Un pregón surrealista y poco carnavalesco

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Un pregón surrealista y poco carnavalesco
A las 20.30 era la hora en la que debía comenzar el pregón del Carnaval de Cádiz. La plaza de San Antonio, desde casi media hora antes, ya estaba abarrotada de un público que quería escuchar que se daba comienzo de manera oficial al Carnaval. De manera oficial porque durante todo el sábado la ciudad ha sido una fiesta de Carnaval con los carruseles de Segunda Aguada y del centro. El público estuvo puntual y formal. Pablo Carbonell también estuvo puntual y apenas se retrasó diez minutos el inicio.
El problema fue precisamente que la puntualidad fue lo que más apreció el publico que se acercó hasta el que era el epicentro de la fiesta en ese momento. El público que esperaba un pregón más carnavalesco tendrá que esperar al próximo. El propio Carbonell reconocía minutos después del pregón que éste no había cuajado.
Antes del pregón, una broma. Sale Carbonell, «me han dicho que el pregonero debe abrir el programa de fiestas». Acto seguido coge un programa lo abre y lo hojea en voz alta. «Qué cosa más sencilla. Y me dijo Jesulín de Ubrique que era muy complicado. Gracias por venir», y se marcha, ante los silbidos cómplices del respetable. Se dejaba a las claras que iba a ser una alocución llena de humor.
El pregón en sí, pasado este susto intencionado, arrancó bien. Se planteó en un primer momento como un repaso biográfico-sentimental en el que se insistió en la relación de Pablo Carbonell con Cádiz (pese a que, en algunos momentos, pareciera que forzaba el acento). Recordó que nació en Cádiz, frente a La Caleta, «algo que no te hace caletero», y recordó los dos ficus que están allí plantados. El artista lucía una chaqueta azul sobre una camiseta amarilla del Cádiz con el número nueve. Debajo, unos pantalones cortos y, en la cabeza, una gorra marinera. Definió a Cádiz como «madre, ciudad soñada, mi ciudad».
Aprovechó, algo que suelen hacer todos los pregoneros, para dar las gracias al Ayuntamiento y a los concejales por permitirle dar el pregón. Ironizó con que la persona que realmente había sido elegida para leer el pregón había sido Teófila Martínez, pero que él la sustituía, ocurrencia que fue aplaudida por el público. En ese momento se inició el primer número musical a cargo de labanda del propio pregonero, ‘Los toreros muertos’, que tocaron la canción ‘A tu casa’.
El propio Carbonell reconoció tras su pregón haber fallado y no conectar con el público
El público no sabía bien de qué iba el pregón, pero entendía la faceta artística y cómica de Carbonell y esperaba alguna sorpresa agradable. Como fue agradable el repaso lírico que hizo de la ciudad. «Arena y canela fina, cangrejos moros, cúpula de yema de la catedral, mantequilla colorá, ya va a llora, sarcófagos, camarones, sacarocracia, mojarras, murallas, Roma imperial…»
Y cuando el público creía que seguiría el pregón recitado, la banda comienza a tocar otra canción, ‘Hoy es domingo’, que Carbonell atribuyó a su infancia en Cádiz. Contó que uno de sus mejores recuerdos era ir a dar de comer a los patos del Parque Genovés y pidió a los gaditanos que no los maltrataran. En ese momento tuvo un emotivo recuerdo para Pedro el de los Majaras. Se puso de rodillas, con un inseguro movimiento que hizo temer su caída, para pedir que se recuperase del todo.
Pablo Carbonell hizo de Juan con el chirigotero Selu
Pablo Carbonell hizo de Juan con el chirigotero Selu
En su descripción de Cádiz se produjo uno de los momentos más confusos del pregón y que hizo que el público desconectase un poco más (el barullo que se oía mientras Carbonell recitaba era continuo, si bien es algo que se ha producido en todos los pregones). Hizo referencia al segundo puente, «inaugurado por Teófila Martínez, por poco no lo inauguraste tú, Kichi».
Todos esperaban un remate posterior… que nunca se produjo, lo que restó credibilidad al pregón. Narró que se perdió cómo inauguraban ese puente pero sí estuvo en la puesta de largo del puente Carranza y de nuevo le dio pie para contar anécdotas personales vividas al respecto lo que, de nuevo, daba pie a una nueva canción de Toreros Muertos.
No fue el único error de Carbonell a la hora de referirse a Cádiz o al Carnaval. Tras una surrealista e hilarante descripción de su paso por el colegio comenzó a cantar ‘Mi carro’. Sí, la de Manolo Escobar. Como bailarinas salieron las ninfas de este año. Cuando acabó el número, el pregonero fue a buscar a la «reina» del Carnaval y le invitó a que saludara al público. Ella aceptó el envite y Carbonell rectificó y dijo que, realmente, era «diosa». En una segunda referencia, volvió a equivocarse.
Llamó 'reina' a la diosa y dijo que Teófila Martínez inauguró el segundo puente de Cádiz
Y es que más que un pregón, el espectáculo parecía un concierto con momentos hablados. Bien es cierto que la música era pegadiza y las canciones alegres pero, para ser sinceros, no tenían ninguna relación con el Carnaval. Un momento crítico se produjo cuando Carbonell invitó a dos amigos, «de Teruel» a cantar. Parecía que podía ser una broma que diera pie a una parodia carnavalera pero… no. Realmente eran dos aragoneses que cantaron ’Teruel, Teruel’, a la que siguió ‘Mi agüita amarilla’, que fue uno de los momentos cumbre de su pregón. En ese momento, muchos espectadores abandonaban la plaza de San Antonio mientras calificaban de «raro» el pregón.
Fue ahí cuando hubo uno de los pocos guiños carnavaleros de la noche. En ese momento hizo aparición el Selu, para gran regocijo del respetable. Sin embargo, apenas estuvo cinco minutos sobre el escenario, ya que su chirigota tenía una actuación. A él le siguió otro amante del Carnaval ilustre, Javier Ruibal, caracterizado como Marchena Pigüito. Carbonell ironizó con que le había pedido a Ruibal que cantara la canción de ‘Atunes en el paraíso’ (que aparece en la película ‘Atún y chocolate’, que él protagoniza) y que éste le había dicho que ya la había cantado en tres pregones.
Cuando se cumplía casi una hora de surrealista pregón, Carbonell interpretó una versión personal de los ‘Duros Antiguos’. Le siguió una canción llamada ‘Poliespám’, que hacía referencia a este material, interpretada por sus compañeros turolenses y cuya vinculación con Cádiz es nula, como la cacareada canción de ‘La bicicleta estática’, también cantada.
Y poco más. Tras una lluvia de papelillos, dio por inaugurado el Carnaval. El propio pregonero reconoció justo al terminar el acto que no estaba satisfecho con el pregón, que pensaba que la combinación de música loca con el discurso iba a funcionar pero que no lo había conseguido. Incluso reconoció que se había trastabillado hablando.

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