Hasta la polla, primo. Aunque la expresión es soez, es la única que reproduce fidedignamente el estado anímico de todos los carnavaleros que, tras un año largo de tortuosos procedimientos políticos y administrativos, ven cómo la casta y los castos no dejan de plantar obstáculos bizantinos para la reconstitución del Patronato, para la transparencia del Concurso, para que el Carnaval sea al fin del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Creen que somos carajotes sólo por el hecho de que —de momento— hemos ido tragando, confiando, esperando. Pero yo, que algo conozco a mis colegas, doy fe de que aquí no hay más carajote que quien considera así a los otros. Un rayo está empezando a romper por la mitad nuestra templanza, nuestro aguante. Por desgracia, la historia avanza por revoluciones, y esto es una revolución en toda regla, desde el momento en que planteamos que el poder nos ceda el poder. Pero plantear esto por las buenas es lo mismo que comerse un carajo con salsa carbonara.
Las mesas de negociación no son más que una plataforma para poner los huevos, nunca la palabra, nunca el entendimiento
el carnaval es nuestro, el Teatro también, pero el Concurso no.
el carnaval no va a hacer rico a nadie, pero puede aliviar la pobreza de muchos gaditanos.
No hay comentarios