Marta Ortiz, una de las promotoras de la iniciativa, fue precisemente Ninfa en el Carnaval de Cádiz 2007. Ayer manifestó ante los medios de comunicación congregados en la plaza de San Juan de Dios que "las vivencias modifican tus pensamientos y si volviera atrás no repetiría la experiencia porque en parte fui cómplice de la perpertuación de una tradición retrógrada que nos relega a un segundo plano y nos reduce a meros adornos". Ortiz reconoció que entonces "no tenía ningún tipo de dilema en mi lucha interna de corte feminista, social e igualitario. Simplemente era una aficionada al Carnaval que quise aprovechar los recursos que el Ayuntamiento me daba para entrar al Falla gratis todas las noches". Entre sus recuerdos, "el palco vigilado por un jurado encargado de cuantificar el grado de saber estar de las niñas, el de docilidad y el de sumisión. Era claramente así. No estaba muy bien visto animar a las agrupaciones. Era una vigilancia diplomática, pero pudimos escuchar en esas lecciones 'cuidado no asomaros mucho al foso no se vayan a creer que estáis ligando con periodista o algo y vaya la gente a hablar".

Añadió que "cuando ellos decidían había que bailar por tanguillos para que el palco estuviera bien bonito y adornado. Todo bajo la atenta mirada, que era una de las cosas más tremendas, de una de las figuras más ridículas y paternalistas -ojo, no las personas que encarnaban estas figuras-, las cuidadoras. Que antes habían sido diosas o ninfas, perpetuándose así el papel pasivo de las ninfas".

Marta Ortiz apuntó también que "en la semana de Carnaval, escuchábamos poca copla y asistíamos a mucho acto político donde figurar y colorear los espacios, rellenando la escena, estando ya las calles de Cádiz llenas de mujeres haciendo Carnaval de verdad".

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