De cuál de los miles de infiernos viniste.
Maldito ladrón de la sal de la playa.
Debajo del sol, cuando rompes y estallas,
nos falta escondite
pa tanto canalla.
De cuál de los viejos desiertos de arena
te mandan para quebrantar
a las olas del mar y a las aves del campo.
De cuál, comandante del mal, vengador criminal,
semental de las penas.
De cuál de los miles de infiernos viniste hasta aquí,
ay, maldito diablo.
Con la paz, con esa blanca paz,
que se respira en las calles antiguas de la libertad,
perfección de las piedras, recortando el cielo,
azul es el cielo, la tarde amarilla,
roja la barquilla, plata la humedad,
serena la balaustrada, con la madrugada velando su alma.
Cádiz, maravilla en calma,
pesadilla por llegar.
Y de pronto como una fiera
titiritando de hambre,
aparece la calavera
del asesino Levante.
Con su mísera dentellada
y con su lengua de fuego,
como si fuera una emboscada
de los bandidos del cielo.
El bombardeo comienza.
En Cádiz ya no amanece.
Como si fuera la guerra
Como si fueran franceses.
arde toda la ciudad
en señal de resistencia,
pero nuestra independencia
no ve el día de llegar.
Hace falta que algún dios
baje al mundo nuevamente
y detenga ese cañón
que está matando a la gente,
que la está volviendo loca
que no la deja vivir.
Hace un falta un Dios que llegue hasta Aquí
y lo eche de Cádiz eternamente;
Y que a la tacita, por su bondad infinita,
Le devuelva el poniente
No hay comentarios