No creo en casualidades
pero eres como mi mare
y hasta te llamas María,
si pudiera reencarnarme
y en vez de yeso ser carne
ser hijo tuyo querría
pero yo no soy el prenda
que salió de ti.
Deja ya de rezar
pa ver si viene
el cabrón que has parío
con esos ojos
que se te van a secar
y esos dos brazos vacíos
que te duelen más que los míos
por no poderlo ni abrazar, ay.
Y veo atónito
como cierras tus párpados
que vuelva el hijo pródigo
que se presente un sábado.
Maldito vástago
de corazón tan frío,
maldito sea ese pájaro
que nunca vuelve al nío.
Sueñas despierta
que aparezca por la puerta
y traiga flores a María
que al siempre ausente,
fruto seco de tu vientre
le dé por llamarte un día
que esa llamada
vale más que la de Dios.
¿Dónde andará el niñato desagradecío
que te tiene en el olvío,
que no te dedica ni un momento?
Duelen más estas patadas
que todas las que el te daba
cuando estaba dentro,
cuando estaba dentro,
cuando estaba dentro.
Antonio Pedro Serrano y José María Barranco
‘El niño Jesús que tenía tu mare en la mesita de noche’ – 2016
No hay comentarios