🕶️🕶️Popurri con LETRA📝 Comparsa "La Niña de mis Ojos" de Antonio Martínez Ares (2001)
Ah! De estos muros de piedra.
¡Ah! De este inmenso castillo.
Un ciego llama a tu puerta,
un ciego sin lazarillo.
Pues amarte y descubrirte
él mismo se ha prometío
y aunque le faltan luceros
le sobran otros cuatros sentíos.
Ya hablan las torres, ya las presiento,
por fin en Cádiz me llevan sus vientos.
Lalalala ¡Ahhh! ¡Ahhh! Lalalala ¡Ahhh! ¡Ahhh!
¡Ah! De este inmenso castillo.
¡Ah! De estos muros de piedra.
Un ciego sin lazarillo
ya está cruzando tu puerta.
Eché a andar mu despacito
y me acordé del consejito,
que me diera mi maestro:
“Todo aquí es literatura,
cada paso una aventura,
cada esquina un libro abierto”.
Un perfume me ha atrapao.
Una mujer, ¡Tropecé!, ¡Cuidao!,
¡Ole los cuerpos bonitos!
Al timón: Brisa y Marea.
Velas en las azoteas,
soy grumete de un barquito.
San Francisco, San Antonio,
libertad pa los demonios,
convento de las palomas.
Pa dónde quiera que vaya,
siempre asoma una muralla,
una playa siempre asoma.
¿Qué me importa mi negrura,
si con mis manos yo te invento?
Los colores más bonitos, los pintan los cieguecitos,
¡Qué razón tenía el maestro!
¿Qué me importa mi negrura,
si me voy a bautizar, con la sal bendita y pura
de la ermita del mar?
He cerrao los ojos,
hay un camino,
una brisa que juega en mis oídos.
Mojarritas que viven cómo las reinas.
El agüita que es agua y luego arena.
Si es el Sur quién te mueve, hueles a roca.
Burgaillos y algas, si el Norte sopla.
He cerrao los ojos,
hay siete mares
que van de la bahía hasta Puntales.
¡Ah! Mi corazón contigo se quea,
ahí te lo mando con la marea.
¡Ah! En cuanto enciendas tu plata fina,
¡Ay amor mío!, Iré enseguida.
Del mar venía un compás
que me llevó a la Plaza las Flores,
un pueblo entero era un cantar
y no cabían sus trovadores.
Señores, por compasión,
dejen pasar a este pobre ciego,
y de la mano alguien me cogió:
“Faltaba más, pase usted, por Dios,
¡Qué disfraz más Güeno!”
¡Cómo temblaba mi cuerpo
cuando escuché mi primer tanguillo!
Yo que nunca había llorao,
lloré ese día como un chiquillo.
En cada esquinita, peregrinos cantando,
borrachitos de coplas,
mis propias penas fui enterrando
y La Tacita besó mis labios.
Le regalé piropillos hasta que salió la luna lunera
que esa noche, se había puesto,
un traje blanco de piconera.
Luego vino el silencio a la Plaza las Flores
y se fueron los tangos a cantar nanitas tras los balcones.
Balcones.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
Balcones.
Por dentro guardan las vidas,
por fuera macetas de colores.
Torreones.
Con persianas pa que sólo entre el aire,
y lo que sepan sus cierres,
no lo propague la calle.
Faroles.
Ventanas de marineros.
la mansión del pobrecito,
la cueva del pobre rico,
escondite del coplero.
Amores.
Debajito de sus faldas.
Los inviernos, los veranos.
Penitentes y guitarras: Las cruces del gaditano.
Balcones.
¡Qué gran tesoro tenéis, ladrones!
Mi pregón es cómo un grito,
que no darían mis ojitos
por ver lo que ven tus balcones.
La última estrella ha salío,
casi se ha dormío, mi reina bonita.
A los pies de su cama
dice: “Hasta mañana”,
su orilla infinita.
Cómo un pez en las redes,
por ella se muere una bola de fuego,
repican las campanas al son de mi nana,
la nana del ciego.
Ro, mi niña, ro. Que Dios te guarde.
Ro, mi niña, ro. Que se hace tarde.
Nunca te veré, Cai de mi vía,
no hay tristeza, no hay, como la mía.
Levante, Poniente, dejadme que llore mi suerte.
Habladle bajito, que está soñando con los angelitos.
Guardianes del cielo,
pintad estrellas que curen sus miedos.
Mi niña se duerme
y yo maldigo y maldigo ¡MI SUERTE!
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