¿Se está apagando la voz crítica del Carnaval de Cádiz? El miedo a “mojarse” en las letras del COAC

¿Se está apagando la voz crítica del Carnaval de Cádiz? El miedo a “mojarse” en las letras del COAC

Los preparativos para el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz 2026 avanzan con la precisión habitual. Entre boletines de inscripción, fianzas y ensayos, todo parece listo para que el certamen arranque sin sobresaltos. Sin embargo, más allá de los escenarios y las coplas, flota una sensación preocupante entre los aficionados: el Carnaval que una vez alzó la voz contra las injusticias, parece cada vez más mudo ante la realidad.

En los últimos años se ha detectado una tendencia cada vez más visible: muchas agrupaciones han dejado de arriesgar en sus letras. La crítica mordaz, la ironía política y la sátira social que durante décadas definieron la esencia del Carnaval gaditano están cediendo terreno a repertorios neutros y temas universales como la amistad, la solidaridad o el hambre en el mundo. Cuestiones nobles, sí, pero carentes de la chispa irreverente que convirtió al Falla en altavoz del pueblo.

¿A qué se debe este cambio? Algunos autores reconocen en voz baja que el miedo a no coincidir con la ideología del jurado influye más de lo que se dice públicamente. Temen que si una agrupación aborda un tema incómodo o adopta una postura crítica, el jurado no valore su calidad real, penalizando su mensaje por no alinearse con lo “políticamente correcto”. En un certamen donde la objetividad debería ser sagrada, esta posibilidad amenaza el corazón mismo del Carnaval: su libertad creativa.

Otros apuntan a un mal más general. Vivimos en una sociedad cada vez más polarizada y sensible, donde cualquier verso puede ser malinterpretado o utilizado para atacar a quien lo escribe. En ese clima de susceptibilidad constante, muchos autores optan por jugar sobre seguro, evitando polémicas o temas que puedan incomodar. Pero esa autocensura, aunque comprensible, va en contra de la esencia del Carnaval: un arte nacido precisamente para reírse del poder, denunciar injusticias y cuestionar lo intocable.

Pese a ello, aún quedan nombres que mantienen viva la llama de la crítica con valentía y compromiso. Autores como Marta Ortiz, el Jona, Selu, Ares, Nene Cheza, Gago, Tomate, Bienvenido o el Remolino, entre otros, siguen demostrando que es posible emocionar, hacer reír y reflexionar sin perder autenticidad. Son los que aún “asaltan la Bastilla” con sus letras, defendiendo la libertad de expresión desde la poesía y el humor gaditano.

El Carnaval de Cádiz siempre fue más que una fiesta: fue un espejo de la sociedad. Por eso preocupa ver cómo año tras año disminuyen las letras dirigidas al Ayuntamiento o a los problemas locales, mientras aumentan las dedicadas a conflictos lejanos o al metacarnaval. No es casualidad: es síntoma de un tiempo en el que opinar se ha convertido en un riesgo.

El avance de discursos de extrema derecha en todos los ámbitos culturales y sociales hace temer un futuro donde incluso el Carnaval tenga que someterse a ciertas líneas rojas. Y si ese día llega, solo quedará cantar a la luna reflejada en La Caleta, rendir homenaje a Dios, a la Patria y al Rey, y olvidar que este arte nació para todo lo contrario: para decir lo que otros callan.

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