El Cabra: “Nunca le dimos importancia a ganar o perder, lo nuestro era disfrutar del Carnaval de Cádiz”
Manuel Carrión Moreno, más conocido como ‘El Cabra’, es uno de esos nombres grabados con letras de oro en la historia del Carnaval de Cádiz. Con ocho primeros premios en su haber y una trayectoria repleta de momentos inolvidables, este chirigotero gaditano formó parte de una generación que marcó un antes y un después sobre las tablas del Gran Teatro Falla. A día de hoy, retirado pero con la misma chispa de siempre, recuerda aquella época mágica en la que la amistad, el ingenio y el humor eran la verdadera esencia de la fiesta.
Nacido en el barrio de Astilleros, Manolo creció rodeado de coplas. “En una esquina tenía a Paco Alba con un puesto de chucherías. Le compraba caramelos y me llamaba El Canijo”, rememora entre risas. Su primera experiencia carnavalera llegó muy pronto, cuando Toni Villegas, hijo del mítico Enrique Villegas, le propuso participar en una comparsa infantil llamada ‘Españoles’. “Fuimos 22 y nos quedamos 16. Allí estaban Carlos Mosquera, Manolo Mármol o José Mari Bohórquez”, cuenta. Fue precisamente en aquel grupo donde nació su famoso apodo: El Cabra. Durante el popurrí, imitó el sonido de una cabra con tanta gracia que Villegas decidió incluirlo en la cuarteta. “Una señora vino después a buscarme y me dio 500 pesetas solo por hacer la cabra. En casa llamaban preguntando por El Cabra y mi padre se enfadaba: ‘¡Aquí no vive ningún cabra!’. Al final acabó presumiendo de ser su padre”, ríe.
Después de varias comparsas juveniles como ‘Isla Margarita’ o ‘Semblanza bruja’, debutó en adultos en 1984 con ‘Samurai’, pero la mili lo alejó temporalmente del Carnaval. Al volver en 1985, todo estaba formado y un amigo lo llevó a la chirigota ‘Los descompuestos’ de José Antonio Valdivia. “Yo cantaba atrás y en el primer pase se me ocurrió asomar la cabeza para soltar tonterías. La gente se partía y en la siguiente función me pusieron delante”, relata.
Un año después llegaría el gran salto con ‘Los combois de a pejeta’ (1987), una chirigota que marcó historia y se llevó el primer premio. “Ya en el ensayo general sabíamos que aquello tenía algo especial, y eso sin el disfraz. Cuando nos pintamos y salimos al escenario, el teatro se vino abajo. No nos dejaban ni cantar la presentación. Fue impresionante”.
Aquella etapa también marcó el inicio de su conexión con José Luis Ballesteros ‘El Love’, con quien acabaría formando una pareja icónica. “Ellos eran ‘Este año no salimos’ y nosotros ‘Los combois’. En una final de La Viña nos cruzamos en el tablao, empezamos a soltar pamplinas y nos descalificaron a los dos”, recuerda divertido. Desde entonces, comenzó una amistad que los mantuvo unidos durante décadas. En 1990 se unió definitivamente al grupo del Love con ‘Viva Zapata de jamón’ y empezó una época dorada.
En 1991 triunfaron con ‘Los príncipes encantados, ¡gracias igualmente!’, justo el año de la reapertura del Falla. “Ellos habían ganado el último concurso antes de las obras y también el primero tras reabrirlo. Fue redondo”, comenta con orgullo. A partir de ahí, llegarían títulos míticos como ‘Partido de Risa Obrero Español (P.R.O.E.)’ o ‘Una chirigota con clase’ (1996), que volvió a coronarlos como campeones. “Aunque ganamos, cualquiera de las finalistas podía haberlo hecho. Fue un año de nivelazo”, asegura.
Una de las claves del grupo era su independencia. “Nunca tuvimos autor fijo. Pasaron por nosotros Villegas, Martínez Ares, El Libi, Antonio Martín, Bustelo, Remolino, Lolo Álvarez Seda, Vergara… pero si no encajaban con nuestro estilo, tirábamos nosotros solos. Lo que importaba era que sonara a chirigota del Love”, explica. Dentro del grupo, destaca la figura de Chico Cornejo, el alma silenciosa, y Manolo Cornejo, el director que ponía orden y seriedad. “Era esencial para que todo funcionara”.
Tampoco faltaban las anécdotas. “Con ‘Los juancojones’ nos pilló el toro y nos quedamos sin cuplés. Nos encerramos a escribir y El Love se marcó el de ‘En donde yo mejor me lo pasé’ de un tirón. Siempre salíamos adelante”, recuerda. De todas, su chirigota favorita fue ‘Los pofesionales’ (1999). “Ahí llegó El Gómez, un fenómeno. Una vez trajo 22 cuplés escritos en cartulinas y nos hizo votarlos para elegir los mejores. Era un lujo trabajar así”.
A diferencia de otros, El Cabra y su grupo nunca se obsesionaron con los premios. “No le dábamos importancia a ganar o perder. Casi nunca escuchábamos el fallo del jurado porque al día siguiente había que cantar en los contratos. Ganáramos o no, tocaba currar”, afirma con humildad. Tal vez por eso su chirigota siempre fue tan querida. “Ni presumíamos al ganar ni protestábamos al perder. Sabíamos cuándo otro grupo estaba mejor y lo felicitábamos. Éramos felices haciendo lo que nos gustaba”.
El paso del tiempo fue marcando etapas. Tras ‘Los puretas del Caribe’, que les devolvió el éxito, y otros proyectos con altibajos, la chirigota del Love se despidió con ‘Los cachito pan’ en 2019. “El pregón de 2014 nos dio más trabajo que una chirigota, pero lo hicimos con el corazón. Era nuestra forma de darle las gracias a Cádiz”, dice emocionado.
Hoy, El Cabra vive tranquilo y sin ganas de volver al Falla. “No volvería ni aunque me aseguraran ganar. Son muchos años, mucho ensayo y mucha carretera. Ahora mato el gusanillo con Los Yason Five de Cai”, confiesa con una sonrisa.

