“Me fui del Carnaval cuando me tenía que ir y nunca lo eché de menos”: la historia de José Luis Naranjo, el hombre en la sombra de Martínez Ares
Pocos nombres en el Carnaval de Cádiz han tenido una influencia tan decisiva y al mismo tiempo tan discreta como la de José Luis Naranjo, el mítico componente de las comparsas de Antonio Martínez Ares durante una de las etapas más brillantes de la historia del Falla. Fue parte de aquel grupo que revolucionó el certamen entre 1985 y 2000, una era de oro que cambió la forma de entender la comparsa gaditana y que marcó a toda una generación de aficionados. Pero tras los aplausos, los premios y los pasodobles legendarios, se escondía un hombre que siempre prefirió el silencio y la sombra a la fama.
Naranjo comenzó su trayectoria en juveniles con la comparsa ‘Sabor a mar’, con letra de José Fernández y dirección de su hermano Juan. “Antes de eso no tenía ni idea del Carnaval ni estaba vinculado”, recuerda. Todo cambió una tarde en su barrio, cuando acompañando a su primo Fali Vila, terminó cantando en casa de un joven que comenzaba a despuntar: Antonio Martínez Ares. “Nos pusimos a cantar los tres y ahí me invitaron a salir en ‘Zombies’. Yo tenía solo 19 años”, rememora. Aquel encuentro sería el inicio de una unión artística que duraría más de tres lustros.
Con ‘Zombies’ en 1985, una propuesta atrevida y adelantada a su tiempo inspirada en el videoclip ‘Thriller’ de Michael Jackson, se gestaba el germen de un estilo nuevo. “Desde los primeros ensayos se veía venir que Antonio tenía algo distinto. Aquello era otra historia”, afirma Naranjo. Las primeras comparsas no alcanzaron la final, pero dejaron huella. “‘Zombies’ y ‘De locura’ eran muy buenas, aunque no para final. Lo reconozco”. En 1987, el grupo decidió apostar por una idea más gaditana y nació ‘Esto es Carnaval’, con la que alcanzaron la final y un cuarto premio que consolidó el nombre de Martínez Ares como una de las grandes promesas del Carnaval.
En 1988 volvieron a arriesgar con ‘Entre tus brazos’, logrando conectar con el público más joven. Después llegarían proyectos como ‘Con unas y dientes’ o ‘Sonri-sillas’, donde Antonio comenzó a definir su estilo poético y teatral. Fue precisamente tras ‘Sonri-sillas’ cuando nació la semilla de una de las comparsas más recordadas: ‘Calabazas’ (1991), segundo premio y punto de inflexión que los colocó entre los grandes. “A partir de ahí, todo cambió. Nos ganamos al público de toda Andalucía”, explica Naranjo.
En 1992 coincidieron en tipo con Antonio Martín con ‘Do re mi fasoleando’. “Fue un pique bonito. Nosotros dormimos en la Fundación del Carnaval para inscribirnos antes. Entre ambos autores había rivalidad, pero entre los grupos, mucho respeto”. Un año después llegaría el estallido definitivo: ‘Los miserables’ (1993), primer premio y una comparsa que marcó época. “Cuando Antonio nos enseñó el pasodoble al Papa dije: esto es primer premio. Y lo fue”, recuerda. Aquella agrupación no solo consagró a Martínez Ares, sino que transformó la comparsa moderna.
El éxito se repitió con ‘La ventolera’ (1994), pero los golpes no tardaron en llegar. Con ‘El brujo’ (1995), la comparsa vivió un accidente de tráfico en el que Naranjo fue uno de los más afectados. “Aún arrastro secuelas. Me han operado cuatro veces de la cadera”, confiesa. A ello se sumó la ruptura del grupo tras esa edición. “Se fueron siete compañeros. Fue duro, pero el tiempo lo cura todo”. Lejos de hundirse, el nuevo grupo se alzó con otro primer premio en 1996 con ‘La trinchera’, uno de los repertorios más aclamados. “Fue una liberación. Nos lo merecíamos después de tanta presión y rumores”.
Después vinieron ‘El vapor’ (1997) y el fenómeno ‘Los piratas’ (1998), considerada una de las mejores comparsas de todos los tiempos. “Se veía venir el pelotazo”, reconoce entre risas. Pero en 1999, con ‘Los templarios’, llegó una gran decepción. “Para mí fue la comparsa más adulta y bonita que hicimos, y el jurado nos dejó terceros. Fue un palo”.
La despedida llegaría en el año 2000 con ‘La milagrosa’. “Ver al público alegrarse de que no pasáramos a la final fue durísimo. Era una comparsa de primer premio, pero pagamos la guerra de Antonio con el Ayuntamiento por su papel en la Asociación de Autores. Nos lo avisaron y al final nos dieron bien”, reconoce con sinceridad. Aquel fue su adiós definitivo al Falla.
Años después, Naranjo vivió como espectador una de las noches más tensas del Concurso: el enfrentamiento en preselección entre ‘La revolución’ de Martínez Ares y ‘Los ángeles caídos’ de Juan Carlos Aragón, liderados por sus antiguos compañeros. “Estaba de vocal de chirigotas en el jurado. Me fui a una sala y me harté de llorar viendo en lo que había terminado todo”, confiesa emocionado.
Tras 17 años de Carnaval, José Luis Naranjo se retiró con solo 35 años. “Estaba cansado. No echaba de menos cantar todos los fines de semana fuera de Cádiz. Me fui cuando me tenía que ir y nunca lo eché de menos”, sentencia. Aun así, su legado perdura en cada acorde de aquella época dorada y en la memoria de quienes lo vieron sobre las tablas.

